Inteligencia empresarial: ¿es mucho pedir?

Jonathan Ruiz Torre

Para millones, el lunes ofreció matices de grises en donde regularmente había colores.

Los empresarios están desesperados. Algunos pudieron leer en redes sociales que un grupo preparaba una suerte de ‘resistencia’ contra lo que sienten como la amenaza de una desaparición masiva de negocios en México.

Ésta consistiría en una ‘mañanera’ paralela a la narrativa que mantiene a diario el presidente Andrés Manuel López Obrador, e iniciaría a partir de ayer.

El rumor exponía informalmente a Daniel Servitje como líder de otros empresarios relevantes mexicanos que darían balance a la agenda nacional, hoy dominada por la crisis del coronavirus y la difusión de actividades del gobierno morenista. Resultó falso.

En efecto, el lunes, el director de Bimbo volvió a levantarse temprano, se envolvió en una indumentaria un poco más formal que la que le caracteriza y se preparó para ir a ver al presidente de México. Su intención era otra.

Al final no acudió. En su lugar atendieron la cita Alberto Baillères, Antonio del Valle, Emilio Azcárraga Jean y Valentín Díez Morodo. Pero el detalle es lo importante: Servitje no tenía pensado acudir a la reunión pensando en establecer una agenda paralela. Su mensaje se centraría en explicar las acciones de su empresa para mantener los empleos que ofrece.

Lo que de esa reunión surja será historia a partir de hoy. Ya aquí he explicado que la mayoría no conoce al presidente, quien tejió durante años un plan que ejecutará con o sin coronavirus. ¿En qué se concentra Servitje, entonces? En un repentino crecimiento en ventas que vino de la mano con la pandemia del que hablarán tentativamente el 30 de abril en una conferencia trimestral con analistas financieros.

Los suyos son productos alimenticios empacados que pueden transportarse fácilmente y no caducan rápido. Es una ventaja comparativa durante una crisis. ¿En qué más? En comunicar que sus precios no aumentarán, pese a alzas en los insumos. Es un compromiso serio que puede verificarse en los estantes.

Recuerden que el trigo en México es generalmente importado y para hacer ese producto que los mexicanos conocen como ‘panbimbo’ se requieren toneladas de granos que, si bien se mantienen en un precio relativamente estable en este mundo volátil, su cotización en dólares se disparó 30 por ciento junto con el tipo de cambio, en dos meses.

Pero Bimbo tuvo tres buenos años seguidos que le permiten amortiguar ese golpe: De 2017 a 2019, sus ingresos aumentaron 9 por ciento, prácticamente la mitad de sus ventas ya vienen de Estados Unidos y Canadá.

México le otorga un tercio de sus ingresos. Más importante es que las ganancias brutas (EBITDA) se elevaron más, al punto de que en 2019 signicaron 13 por ciento de los ingresos, a diferencia de 2017, cuando representaron 10 por ciento de las ventas, de acuerdo con datos recopilados por Bloomberg. ¿Entonces Servitje se desliza suavemente sobre las olas del coronavirus? Temporalmente sí, pero viene un asunto interesante.

En el horizonte ya alcanza a ver el impacto de la recesión económica. Durante crisis pasadas, las empresas de consumo como las refresqueras y todas las que llenan el mostrador de una ‘miscelánea’ se adaptaron para un repentino crecimiento de la pobreza. Los empaques se hacen más chicos para venderlos a un menor precio, por ejemplo.

Tómenlo como una señal: Bimbo está redimensionando su portafolio de productos. Quieren mantener cercanía con ‘la base de la pirámide’, conformada por la gente con menos ingresos, grupo que lamentablemente crecerá rápido durante las próximas semanas ante un mercado nacional e internacional casi parado en el que abundan restaurantes y tiendas cerrados.

¿Habrá un ‘panbimbo’ con menos rebanadas? Puede ser.

Impactante resulta que esta vez la empresa de los Servitje analiza medidas de este tipo globalmente. La estrategia puede aplicar ahora en los 33 países que opera, ante el ataque mundial de un virus. Servitje no parece tener la mira en una campaña de resistencia en México.

Deja un comentario